El hoy presidente de Uruguay, Dr. Luis Alberto Lacalle Pou, me llamó a mi celular personal un buen día del año 2009. Luego de su presentación -y de mi sorpresa- me felicitó por la titánica obra que yo había emprendido meses atrás en la Colonia Rusa San Javier, fundando el Museo de la Diáspora Rusa “Casa Blanca” para el rescate, conservación y estudio del centenario patrimonio histórico y espiritual de la Comunidad Religiosa Rusa Nuevo Israel en Uruguay. El Dr. Lacalle Pou estaba bien informado de mi labor: en el acto de inauguración de mi Casa-Museo había estado presente, entre otros, su propio padre, el Dr. Luis Alberto Lacalle Herrera, ex presidente de la República.
Pero el motivo principal de la llamada del Dr. Lacalle Pou era ponerse a mis órdenes. Sí, se puso a mi disposición para lo que yo necesitase a fin de continuar desarrollando sin obstáculos la ingente obra en la que me había embarcado. Por aquel entonces el Dr. Lacalle Pou era Diputado Nacional y candidato a Intendente de Canelones; yo, fundador y propietario de un Museo dos veces premiado por el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay y condecorado por la Federación de Rusia. Ambos éramos jóvenes idealistas consolidándonos en nuestras respectivas trayectorias…
Agradecí la atenta deferencia del Dr. Lacalle Pou, y allí terminó la conversación. Nunca hice uso del ofrecimiento que me propuso, ni volvimos a comunicarnos. Siempre entendí que -conociendo mis propias capacidades y desempeñándome conforme a Derecho dentro del sistema republicano de gobierno de mi Patria, que garantiza mis derechos y libertades y los ampara frente a todo atropello ilegítimo-, la ayuda personal y directa de un legislador, como la de cualquier otro cargo de gobierno o político, en mi caso no sería nunca necesaria.
Han pasado 15 años desde aquella llamada. Hoy el Dr. Luis Alberto Lacalle Pou, en su calidad de Presidente de la República, es jefe máximo del servicio descentralizado llamado Fiscalía General de la Nación (creado por un artilugio inconstitucional en 2017), por medio del cual se ejerce sistemática extorsión bajo amenaza de perjuicios penales contra todo individuo que se vea sometido a una instancia de carácter penal y que no tenga los privilegios de que gozan los que detentan el poder. Tal como en las monarquías absolutas de antaño, abatidas en la guillotina y en los paredones. Las presiones, persecuciones y extorsiones políticas no sólo las padecen los simples particulares sino también los propios fiscales en el ejercicio de sus funciones, como ellos mismos lo están denunciando recientemente ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ante la opinión pública.
Han pasado 15 años desde aquella llamada. Hoy, en mi calidad de miembro referente público y notorio del templo de mis antepasados rusos Sabrania de Nuevo Israel en la Colonia Rusa San Javier, también me toca sufrir esa misma sistemática extorsión continuada desde el 31/5/2023 a la fecha, a través de la Fiscalía Penal de Fray Bentos. Un funcionario público local -hoy devenido jerarca municipal del partido de gobierno del Dr. Lacalle Pou- se creyó por esto con ínfulas de legitimación para presionar desesperadamente a través de la Fiscalía con su denuncia penal calumniosa y extorsiva en mi contra, en complicidad con otros funcionarios públicos, para obtener aquello mismo que no le permitimos obtener en 2008: injerirse en nuestro templo ruso y en nuestro archivo espiritual, desplazándome ilegítimamente del templo para sustituirse en mi labor.
Los siempre escasos y mal administrados recursos del Estado se distraen de lo verdaderamente justo e importante y se ponen una vez más durante más de un año al servicio del capricho delincuencial del mismo parásito político insignificante cuyas mezquinas ambiciones personales contra mí y contra mi labor en la Colonia Rusa San Javier ya quedaron públicamente expuestas en su primera intentona de 2008. El mismo parásito político contra cuyos reiterados ataques encubiertos y cobardes sabotajes nunca me fueron necesarios los favores de ningún diputado ni gobernante en los últimos 16 años, porque sigo conociendo mis propias capacidades y desempeñándome conforme a Derecho dentro del sistema republicano de gobierno de mi Patria, al cual -a pesar de todo- le será exigido garantizar mis derechos y libertades y ampararlos frente a todo atropello ilegítimo. El mismo parásito político que volverá a ser derrotado en su abusiva pretensión, caiga quien caiga. Por segunda vez.
Nicolás Golovchenko Villagrán
24 de julio de 2024
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(*) No acostumbro explicar mis recursos literarios, pero en este caso creo conveniente acotar que mi título hace alusión al famoso libro “Anoche me llamó Batlle” escrito por Carlos Manini Ríos, sobre el gobierno de José Batlle y Ordóñez (1911-1918), donde se hace referencia a los oportunos “telefonazos” con que el santo patriarca del Partido Colorado cocinaba los pucheros de la olla estatal. En aquella época, naturalmente, no existían los audios de Whatsapp. Por lo demás, nada nuevo bajo el sol. NGV.
